La Huella de carbono
El CO2 es el gas invernadero más importante porque es el que se encuentra en mayor cantidad en la atmósfera. ¡Pero no es el único que estamos liberando! Hay otros muchos más que a pesar de que están en pequeñas cantidades, tienen mayor potencial de generar calentamiento global que el CO2.
El dióxido de carbono contribuye en un 62% al calentamiento global, por lo que se considera el gas de efecto invernadero más importante. Sin embargo, también se ha observado un gran aumento en las concentraciones de otros gases con efecto invernadero como el metano (CH4), óxido nitroso (N2O), clorofluorocarbonados (CFC). Estos gases son de larga duración en la atmósfera y además absorben fuertemente la radiación calorífica, por lo que su contribución al calentamiento global es elevada a pesar de sus pequeñas concentraciones en comparación con el CO2.
La Huella de carbono es un indicador ambiental que pretende reflejar la totalidad de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos directa o indirectamente por un individuo, organización, evento o producto.
¿Cómo se calcula la huella de carbono?
La huella de carbono se calcula multiplicando el dato de consumo de energía por su correspondiente factor de emisión. El dato de consumo está definido por nuestro nivel de actividad en la vida diaria, por ejemplo el consumo de luz en casa y oficina, el combustible que se utiliza para el transporte, el tipo de energía que se utiliza para cocinar alimentos, calentar el agua para el baño o el uso de aire acondicionado y calefacción. El factor de emisión es la cantidad de gases de efecto invernadero que se emiten por cada una de las actividades descritas anteriormente. Por ejemplo: Una casa con cuatro habitantes genera en promedio 2,221.2 kg de CO2 al año; el uso del automóvil genera 2,470 kg de CO2 al año.
Aproximadamente cada persona emite de siete a diez toneladas de CO2 al año.
Bibliografía:
Guía para la estimación de absorciones de dióxido de carbono, mayo 2019, Edición 4, Madrid España: (29-8,11).